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dimarts, 17 de març del 2009

TODO ACABARÁ BIEN... SI FUESE BIEN (Capítulo VIII)






CAPÍTULO VIII Más tarde, salieron otra vez a la calle. Ahora pensaban en otra cosa. --¿A dónde vamos ahora? –preguntó Jarvis a Núria. --Podemos ir a bañarnos en alguna piscina de aquí –contestó ella. --Ah, bien... ¿dónde está? –preguntó Judy. --Fuera de Barcelona... eh... –se dio cuenta de golpe de algo—no me acordaba de deciros que es... una piscina nudista. --¡Coño, qué morbosa te has puesto hoy! –exclamó Jarvis.

--Eso es –ahora hablaba Judy, siguiéndole el juego, si lo podemos llamar así, a su novio--. Ya vemos que no eres ninguna mojigata, que abundan en los Estados Unidos, sobre todo cuando gobernaban Ronald Reagan y George Bush (1), que nos jodieron bien... pero no hay que pasarse, tía. --Perdona, chica, perdona... –les pidió perdón—pero es que siempre hablo demasiado de éstas cosas. Es que con mis amigos, que no tienen prejuicios, puedo hablar directamente así, de todo esto. Y mis padres han empezado a saber de educación sexual desde que han visto un programa sobre el tema en la televisión española (2) Ahora se atreven a hacerlo como si fueran Marlon Brando y Maria Schneider en “El último tango en Paris”, pero me parece que eso ya está anticuado... –bromeó. --Bien, chica, escucha... –dijo Judy, después de haber estado todos callados un momento, al ver que Jarvis iba a decir lo mismo que ella, pero que al final no se atrevió--. Iremos a la piscina nudista esa. Yo ya había ido a una playa nudista en América. --¿Hay muchas playas así allí? –preguntó Núria. --Sí. No muchas, pero las hay. Por ejemplo, estuve en una muy maja, cerca de San Diego, California –dijo Jarvis--. Me lo contó mi hermana Murphy, que estuvo allí también, y fui. Es una playa que está algo aislada, para evitar mirones, pero que está.... dabuten. --De acuerdo, tíos. ¿Vamos...? –pidió Núria. --Sí, venga, vamos –dijo finalmente Judy. Mientras tanto, Kathy y Tommy se habían ido con Mónica, la otra hermana de Núria, la que era rockera, como Kathy. Se fueron al pequeño garaje en donde ensayaban ella y los/as componentes de su grupo musical. --¿Y tenéis mucho éxito? –preguntaba Kathy. --Todavía no, como tú, Kathy –contestó Mónica--. Tenemos actuaciones por los alrededores de Barcelona, como las comarcas del Vallès Occidental, el Baix Llobregat, el Maresme, l’Alt Penedès... --¿En dónde queda todo eso? –preguntó Tommy, que se perdía con esos extraños nombres. Extraños para él, claro, no para un catalán, que los conoce perfectamente, ó para un español, que le suenan en el fondo. --Ahora te lo mostraré en algún mapa, guapo –contestó Kathy, que ya tenía cierta idea de ello. Luego le pidió silencio para escuchar a Mónica, que iba a cantar--. Anda, guapa, canta lo que sabes –le pidió a ella. --Gracias –agradeció Mónica. Y lo que cantó la chica era una canción con una letra bastante satírica, divertida al mismo tiempo, que se cachondeaba de todo el mundo, tanto del capitalismo como del comunismo, poniéndolos a todos como una panda de gilipollas, digámoslo llanamente, sin lenguaje rimbombante. Y además lo hacía sin meterse a defender idea política alguna, que parecía que, por ahora, si no ve alguna buena de verdad, todas las demás se pueden ir a la mierda, irse a la porra, de verdad. La letra era en catalán, pero como antes de empezar la tradujo al español, los americanos se enteraron de qué iba el rollo. --¡Qué barbaridad, eres cojonuda! –comentó Tommy, al acabar la canción. --Gracias, guapo –agradeció Mónica el cumplido--, pero no hay para tanto. Yo suelo lo que me parece todo. Prefiero vivir tranquila, que todo aquello de la política me aburre. --¿No hay algo que pueda molarte de la política, tía? --Por ahora no. Paso de ella. Paso de política, tío –contestó tajantemente Mónica, haciendo además un corte de manga al aire, no a ellos, claro. --Vaya, qué optimista –comentó en broma Kathy. Mientras tanto, Winnie y Arthur habían ido a una librería barcelonesa y eligieron varios libros, además de un diccionario de catalán, elegido por ella. También se fijó en un libro en español que veían que ya iba por su edición número 32. Su título era “Cómo ser una mujer y no morir en el intento”, escrito por la periodista y escritora madrileña Carmen Rico Godoy. Le interesó a ella el título, e inmediatamente empezó a hojearlo, encontrándolo muy interesante. Le parecía una novela que podía compararse con las comedias modernas de Pedro Almodóvar, Fernando Colomo y otros directores de la comedia madrileña, quizás bastante diferente de la comedia catalana, que conocía mejor, que quizás fuera más intelectual que la primera... Ya que todos los demás siguen sin tener problemas, al menos por ahora, volvamos con Judy, Jarvis y Núria, que ya llegaban a la piscina nudista aquella. La habían inaugurado hacía poco, aunque era una que está al lado de otra, pero que se había decidido destinar un sitio especial para nudistas. Alguna gente, sobre todo los vecinos de la zona (está cerca de Barcelona, en medio de Cornellà de Llobregat y Sant Joan d’Espí), había protestado mucho, ya que era algo osado aun para la época, no para la época actual. Para evitar jaleos y sobre todo para evitar mirones, se construyeron los muros de la misma altos. La piscina, cuando llegaron ellos, no estaba muy llena. Se fueron a los vestuarios y allí se arreglaron (mejor dicho, se desnudaron, por lo que tardaron menos tiempo que si tuvieran que cambiarse la ropa de calle por el bañador) y salieron a la piscina. Jarvis miraba a Núria, y se daba cuenta de que, desnuda, parecía más guapa aun, pero prefería no decírselo para no ofenderla (y, claro, para que no le llamaran machista). Se acercaron a un rincón de la piscina, y antes Judy dijo que allí cerca, al lado, podían tumbarse y poner las toallas. Los demás dijeron que de acuerdo, que podían hacerlo. El joven sintió una cosa que no sabía qué podía ser. Miró a Núria y parecía que le atraía. ¿Era eso...? No lo sabía muy bien. Desde que conoció a aquella chica, Jarvis sabía que le pasaba algo. Pero ahora resultaba que lo que le pasaba era que se sentía atraído por ella. ”¡Qué chorrada!”, pensó. Prefirió olvidarse de todo aquello y propuso que se dieran todos un baño en la piscina. Todos aceptaron, pero por si acaso, como siempre hay algún ladronzuelo que puede llevarse los objetos personales de cada uno/a, como bolsos, carteras, etc., uno de ellos se quedaba allí vigilando, mientras los demás se bañaban. Los dos primeros en bañarse eran Judy y Jarvis, quedándose allí Núria. La pareja nadó bastante tiempo y no prefirieron montar jaleo salpicándose agua para no ser reprendidos ni expulsados por los de Seguridad. Así se turnaron, y después, pasadas unas dos horas y media, decidieron volver a casa. Aunque antes de irse se habían duchado bien para quitarse del cuerpo el cloro del agua de la piscina. Los ojos les dolían algo, ya que les había penetrado en los mismos un poco de ese dichoso cloro. Pero Jarvis volvió a fijarse en Núria. Tuvo que hacerlo disimuladamente, ya que Judy estaba justo a su lado.Ésta última miraba de vez en cuando a su novio de reojo, y parecía sospechar algo. No sabía ella qué podía pasar, pero su intuición femenina le solía funcionar muy bien... Miró a un lado y a otro.
--Em... Jarvis, no sé, pero me parece que le preocupa algo –pensó. Como supondrán, no sabía exactamente qué le pasaba a él. Ahora miró, seguidamente, a Núria, que era la que conducía el coche en el que iban, un Rénault-5 de cuatro puertas. Ésta última parecía tranquila completamente, absorta en el tráfico. Se había puesto unas gafas de sol oscuras, que le daban un aspecto algo intrigante, según se mire. --Y ésta... parece muy tranquila. Bien, no creo que pase nada –sentenció Judy y prefirió olvidar el tema. Continuaron el trayecto a casa. Al llegar la noche, volvieron a reunirse todos/as en torno a la mesa para cenar, y aquí Jarvis, tratando de hacerlo con cuidado, volvió a mirar a Núria, sentada al lado de Judy, que estaba al lado derecho de él, y ella (Núria) estaba también al lado derecho, pero el lado derecho de la novia de él, como ya hemos dicho. Los tres parecían muy tranquilos, y trataban de seguir pareciéndolo. Ya sabemos qué piensan Judy y Jarvis, pero... ¿y Núria? Ella parecía muy tranquila, comiendo paella valenciana, un plato “typical spanish”, como bromeó alguno de los americanos que estaban allí, como Tommy Lynch. Pero en aquella cena se servían también otros platos, más catalanes, como dijo Parker Kirby, y su mujer también, que al llevar allí más de veinte años residiendo, se les había pegado la idiosincrasia catalana, como puede pasarle a cualquiera que se vaya a residir a otra ciudad u otro país: puede volverse, como en éste caso, más catalán que los propios catalanes. Parker volvió a preguntar a Winnie, como había hecho el día anterior, cómo estaba lo del cine en los Estados Unidos. Ella respondió que regular, además de aquello que ella criticaba bastante: la manía de hacer “remakes” (1) de otras películas. --Sí, como te decía, pienso que esto es una chorrada. Así no se hace. No me extraña –decía Winnie, algo enfadada con éste tema—que aquí en Europa hayan pillado cierta antipatía a los americanos. ¡Si es que llegamos a un sitio y queremos quedárnoslo todo para nosotros solos! --Lo sé, Winnie –contestó Parker--, pero nosotros no podemos evitarlo. --¿De qué habláis? –preguntó Susana, una de las hijas de Parker--. ¿Puedo saberlo, ó es que las niñas aun no tenemos edad para saber de cosas de mayores? --Sí, maja –respondió su padre--. Sólo hablábamos del cine, que es lo que hace tu tía Winnie en América. Y ahora criticábamos los “remakes” que se hacen en Hollywood de películas europeas. --¿Tú no harías algo así, tía? --No, Susana, para nada. Yo soy una creadora, y no me mola nada copiar a otros. --Tía, me gusta tu forma de hablar. --Gracias, Susie. --Susana, tía, llámame Susana. Aquí se habla de otra forma. --Oh, perdona, Susana. No conozco el idioma que habláis aquí, aparte del español. --No pasa nada, tía. Lo acepto. --¿Por qué no dejais ya de decir chorradas, chicas? –pidió Mónica (la madre), que estaba cerca de ellos. --¿Y por qué crees, maja, que decimos chorradas? –preguntó Parker a su esposa.
--No te ofendas, Parker. Es que desde hace un rato sólo os oía chorradas sobre los “remakes” de películas. Coño, si eso ya lo sabe todo el mundo... y a mí tampoco me mola. Ah, Winnie –cambió de tema y giró la vista hacía la cineasta--: ¿Alguna vez has pensado en rodar aquí? --Sí, alguna vez... –contestó Winnie--, pero yo... aun no había pensado nada de esto. --¿Por qué no haces alguna película de cine negro? –le preguntó Susana. --Eh... no sé... sabía que aquí en Catalunya se hace mucho cine negro (1), pero tendré que pensármelo. Además, ya sabéis que tendría que rodar una película aquí con actores casi exclusivamente estadounidenses, pues en América, si no eres Almodóvar, es difícil que puedas tener éxito sin un reparto lleno de americanos... y no me creería mucho una película sobre barceloneses con actores nacidos en Nueva York, Texas ó Dakota del Sur. Continuaron ellos con su conversación, ó como a veces dicen en broma, con sus “habladurías”, y más tarde, Judy se acercó con Jarvis a la habitación de Núria, que estaba allí dibujando algunas cosas. --Hola, Núria, ¿cuándo harás los dibujos de las fotos que nos hiciste ésta mañana? – le preguntó Judy, sin poder disimular mucho su impaciencia por verlos acabados. --Ya los empiezo a hacer ahora –respondió la catalana, tranquila, mientras continuaba dibujando, sin quitar apenas la vista del papel, aunque para contestar a su amiga miraba ligeramente de reojo a donde estaba. --Ah, bien, dabuten –dijo Judy, como satisfecha. La rubia se acercó para ver más de cerca los dibujos. --Te están quedando dabuten, tía –dijo, mirándolos muy admirada. --¿Siempre dices lo mismo? –preguntó Mónica. --¿El qué...? ¿Lo de “dabuten”? Ay, perdona, chica, pero no seas carroza. Eso lo decimos todos los jóvenes del mundo. En Nueva York lo dicen, en Chicago también... y aquí en Barcelona también. Tú también eres joven, tía. A ver si resulta que eres profesora en Oxford y no lo sabía... --No soy ninguna carroza, Judy. Mira, aquí tengo el boceto de la segunda foto... --¿A ver...? Le mostró ese boceto y la neoyorkina lo miró. Volvió ésta última a decir que era “dabuten”, y Núria se burló. --¿Sabes que tienes un cuerpo muy interesante? –dijo, con ironía en su tono de hacer la pregunta. --Eres muy amable, Núria –contestó Judy con no menos ironía y frunciendo ligeramente el ceño. --Sí, y tu novio también tiene buen cuerpo. Bien... –quiso disculparse--, no quiero ser morbosa, pero como artista me gusta cualquier cosa que sea bonita de ver, y... y que sea interesante... Eh, perdóname si me pongo algo cursi, tía, pero los artistas hablamos así. Judy le perdonó, claro, pensando que Núria exageraba. Ésta le miró con los ojos entreabiertos, algo que pareció preocupar ligeramente a Judy, que quizá no se dio cuenta de aquello. La rubia se acercó a Núria y se sentó a su lado, para poder ver mejor cómo dibujaba. Mientras tanto, Jarvis, que no había hablado nada aun, estaba cerca de ellas, viendo los pósters que Núria tenía colgados por las paredes. Por ejemplo, uno de los Simpson; otro, escrito en catalán, que hablaba de la Olimpiada de Barcelona’92, cuyo texto él no comprendía mucho, ya que no dominaba la lengua catalana; otro con el mapa de Catalunya, teniendo a su lado derecho el mapa de España, dividida entre sus 17 autonomías, y de los Estados Unidos, éste un poco más grande, claro, con letreros en español. Dejó de mirarlos y miró ahora a Judy y a Núria. --¿Qué hacéis, guapas? –les preguntó. --Nada, mirar esto –respondió Judy--. Mira, Jarvis, mira cómo tienes el culo en los bocetos que hace Núria. Se rieron las dos, y Jarvis tuvo que hacer como una sonrisa forzada. Estaba claro que se reían de él. --¡No te jode...! –gruñó él, algo enfadado. --¿Qué te pasa, tío? –le preguntó Judy--. ¿Qué te jode? --Muy graciosa, Judy –contestó Jarvis, que se acercó a su novia. Se acordó de algo y dijo a Núria--: Oye, Núria, guapa, ¿qué dice en ese póster de allí? –señaló el que hablaba algo de la Olimpiada, el escrito en catalán. --Ah, pues dice “Todos queremos la Olimpiada” –tradujo el texto en catalán, “Tots volem l’Olimpiada”. Observemos que cuando los tres están juntos, hablan simultáneamente en castellano e inglés--. No es nada especial; esto lo decía todo el mundo cuando querían que Barcelona fuera la sede de la Olimpiada de 1992. --¿Apoyasteis eso? --Sí, claro. Mi padre, como ya es barcelonés de adopción, fue el que más la apoyó, y lo hizo de puta madre. --Ah, muy bien... Mientras hablaban, Núria quiso acercar su mano izquierda al hombro derecho de Judy, pero al ver que ésta le miraba, volviendo la cabeza hacía ella, Núria hizo una mueca, quizá de desagrado, que Judy no entendió bien. --¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? --No, no, Judy... Te lo agradezco... estoy muy bien... debe de ser el calor que hace... –se inventó una excusa, sin importarle si sería creíble ó no. --¿El calor...? –se extrañó Judy--. Si ahora hace algo de frío, y el tiempo amenazaba tormenta. Y como aquí tengo entendido que las tormentas son fuertes... --Ah, ya, me habré equivocado, tía –volvió a excusarse la catalana, para cambiar de tema pronto. Ellos se lo creyeron y cambiaron asimismo de tema. Pero a Núria había algo que le tenía bastante mal. ¿Qué era eso? Veamos lo que pensaba ella de vez en cuando: --No sé... me gusta la Judy ésta, me gusta mucho... Es un coñazo que yo sea bisexual, es decir, que puedo ser lesbiana y también me pueden gustar mucho los chicos. No me había dado cuenta, pero creo que me he enamorado de ella, mierda. Y quizá de él también, de Jarvis, que también es majísimo y veo que es muy cariñoso, que no es aquel cerdo chulo y machista de Lluís Josep Amposta, que casi me mata al darme aquella paliza, el jodido... Menos mal que aun sigue en el trullo... Pero ahora me preocupa es cómo puedo decírselo a Judy, por que la amo, sin que se irrite y me llame guarra. Y yo no soy ninguna guarra. Ella decidió olvidarse de aquello, por ahora, para ver si podía tranquilizarse, y también pensó en que podía aceptar la invitación que le hizo un buen amigo suyo, Manel Ricard i Llorente, que también estaba coladito por ella.Núria decidió hablarles entonces de su colección de películas grabadas en vídeo. Podía valer cualquier cosa, con tal de olvidarse de sus deseos sexuales lésbicos.


(1): Se refiere a George Bush padre, que fue Vicepresidente de los Estados Unidos bajo la presidencia de Ronald Reagan (1980-88). Se presentó a las elecciones presidenciales de 1988 y las ganó, pero sólo duró un mandato, al perder las siguientes elecciones en 1992 frente al casi desconocido Bill Clinton.

(2): El programa en cuestión se titulaba “Hablemos de sexo”, emitido por Televisión Española en 1990, uno de los primeros en la historia de la televisión española que trató el tema de manera más ó menos abierta, aunque sin incidir nunca en imágenes eróticas explícitas. Trataba el tema más como un programa médico que como un consultorio sexológico.
(1): En inglés, y en el lenguaje cinematográfico, equivale a una nueva versión de una película ya hecha. Winnie critica sobre todo que la industria de Hollywood recurra mucho a hacer versiones americanas de películas europeas, en vez de crear argumentos originales. Ejemplos de “remakes” americanos de películas europeas: “Sin aliento” basada en “Al final de la escapada” (A bout de soufflé) de Jean-Luc Godard; “Mis problemas con las mujeres” basada en “L’homme qui aimait les femmes” (titulada aquí con el horrible título de “El amante del amor”) de François Truffaut ó la reciente “Vanilla sky”, basada en la película española “Abre los ojos” de Alejandro Amenábar. En las nuevas versiones se cambia el escenario original, Francia, por ejemplo, por algún lugar de los Estados Unidos. Y los personajes, en vez de ser franceses, pasan a ser americanos típicos. Y las situaciones del guión original se tratan de adaptar a la idiosincrasia estadounidense, aunque no encajen del todo ni resulten a menudo creíbles, ya que costumbres españolas en Navalmoral de la Mata (Cáceres), por ejemplo, son diferentes completamente a las de un pueblo de Oklahoma. A menudo, ó mejor dicho casi siempre, éstos “remakes” son de inferior calidad al original.
(1): Se refiere Susana a que el cine catalán, al menos en la época en que se desarrolla la novela, aun recurría mucho al género policiaco, el “cine negro”, inspirado en las películas de Humphrey Bogart, James Cagney y otros, y en las novelas de Dashiell Hammett y tantos maestros del género.